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Educadores ambientales compartieron experiencias significativas

Octubre 17 de 2013
encuentro “Roviristas sobre la huella de caño Terpel”, de Inírida, Guainía, y “La pequeña granja de mamá Lulú”, en Quimbaya, Cauca, fueron las primeras experiencias en exponer sus logros en producción limpia, sostenible y amigable con el ambiente. Teniendo como punto de partida la importancia de la educación ambiental para la formación de identidad de las comunidades y la construcción del desarrollo sostenible, más de 100 participantes de todo el país concluyeron el segundo día del VI Encuentro Nacional de Educadores Ambientales que se cumple en el auditorio de la CDMB.
La jornada se inició con la conferencia “Educación de calidad desde una perspectiva de desarrollo humano” a cargo de Juan Carlos Garzón, director de la maestría de Desarrollo Social y Educativo de la Universidad Pedagógica Nacional, quien recalcó que la educación ambiental no debe ser un tema más dentro de los planes de estudio, sino que debe ser una experiencia transversal para todo el proceso de formación.
Posterior a ello, los participantes iniciaron el intercambio de experiencias significativas de los trabajos que han desarrollado en sus regiones.
Una de las primeras en exponer sus vivencias fue la docente Olga Lucía Granados Acosta, del instituto Custodio García Rovira de Inírida, Guanía, quien lidera el proyecto “Roviristas sobre la huella de caño Terpel”, un trabajo que desarrollan desde hace 5 años promoviendo la protección de la microcuenca.
Según explicó la profesora Olga Lucía, su trabajo está basado en fortalecer la lengua materna de los diferentes grupos poblacionales como una forma de rescatar su cultura y fortalecer la preservación del ambiente.
“En este trabajo participan 900 niños desde preescolar hasta grado 11, quienes exploran el territorio e interactúan con los ecosistemas”, explicó la Docente.
Otra de las experiencias exitosas que se compartieron durante el encuentro es la de “La pequeña Granja de Mamá Lulú”, un proceso agroecológico familiar campesino que se adelanta en Quimbaya, Quindío, que tiene como objetivo generar un modelo de desarrollo sostenible que le permite ingresos económicos a quienes intervienen.
“La parcela produce elementos básicos para la sobrevivencia y excedentes para la comercialización, que expuestos a un precio justo y sin intermediarios les permite a las familias mejorar sus ingresos”, explicaron los líderes de este modelo..
Dentro de los logros que muestran, está además de la unidad familiar, la garantía de contar con una producción amigable con el ambiente, la formación educativa de sus productores y el ofrecimiento de asesorías en producción limpia, que incluye encuentro de saberes, capacitación en agricultura orgánica, manejo de residuos y todas las charlas agroecológicas que se requieran.
El VI Encuentro Nacional de Educadores Ambientales concluye mañana en el Jardín Botánico Eloy Valenzuela.
  “Roviristas sobre la huella de caño Terpel”, de Inírida, Guainía, y “La pequeña granja de mamá Lulú”, en Quimbaya, Cauca, fueron las primeras experiencias en exponer sus logros en producción limpia, sostenible y amigable con el ambiente. Teniendo como punto de partida la importancia de la educación ambiental para la formación de identidad de las comunidades y la construcción del desarrollo sostenible, más de 100 participantes de todo el país concluyeron el segundo día del VI Encuentro Nacional de Educadores Ambientales que se cumple en el auditorio de la CDMB.La jornada se inició con la conferencia “Educación de calidad desde una perspectiva de desarrollo humano” a cargo de Juan Carlos Garzón, director de la maestría de Desarrollo Social y Educativo de la Universidad Pedagógica Nacional, quien recalcó que la educación ambiental no debe ser un tema más dentro de los planes de estudio, sino que debe ser una experiencia transversal para todo el proceso de formación.Posterior a ello, los participantes iniciaron el intercambio de experiencias significativas de los trabajos que han desarrollado en sus regiones.Una de las primeras en exponer sus vivencias fue la docente Olga Lucía Granados Acosta, del instituto Custodio García Rovira de Inírida, Guanía, quien lidera el proyecto “Roviristas sobre la huella de caño Terpel”, un trabajo que desarrollan desde hace 5 años promoviendo la protección de la microcuenca.Según explicó la profesora Olga Lucía, su trabajo está basado en fortalecer la lengua materna de los diferentes grupos poblacionales como una forma de rescatar su cultura y fortalecer la preservación del ambiente.“En este trabajo participan 900 niños desde preescolar hasta grado 11, quienes exploran el territorio e interactúan con los ecosistemas”, explicó la Docente.Otra de las experiencias exitosas que se compartieron durante el encuentro es la de “La pequeña Granja de Mamá Lulú”, un proceso agroecológico familiar campesino que se adelanta en Quimbaya, Quindío, que tiene como objetivo generar un modelo de desarrollo sostenible que le permite ingresos económicos a quienes intervienen.“La parcela produce elementos básicos para la sobrevivencia y excedentes para la comercialización, que expuestos a un precio justo y sin intermediarios les permite a las familias mejorar sus ingresos”, explicaron los líderes de este modelo..Dentro de los logros que muestran, está además de la unidad familiar, la garantía de contar con una producción amigable con el ambiente, la formación educativa de sus productores y el ofrecimiento de asesorías en producción limpia, que incluye encuentro de saberes, capacitación en agricultura orgánica, manejo de residuos y todas las charlas agroecológicas que se requieran.El VI Encuentro Nacional de Educadores Ambientales concluye mañana en el Jardín Botánico Eloy Valenzuela.
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